martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 1: Prejuicios


Como cada mañana de lunes a viernes me dirigía al instituto a estudiar, en realidad no hacía gran cosa allí, solo dibujaba en la libreta fingiendo tomar apuntes y me cerraba en mi mundo en un espacio claustrofóbico y   rodeada de idiotas. Nada más entrar en el edificio me sentía cansada y abatida, las voces me mareaban y la ira me provocaba un calor terrible. Ese día además, me había levantado ya con nauseas y un fuerte dolor de cabeza, pero solo para descubrir quien eran aquel chico y aquella chica no me importaba sufrir un poco. Esperé hasta la hora del patio, tenía la esperanza de que los vería allí así que me senté en un banco cerca de la puerta esperando, pero poco a poco mi esperanza se fue diluyendo en la realidad de que no iban a aparecer. De nuevo entrar a la clase, con el ruido, el mareo y el dolor de cabeza, cada vez me sentía peor pero quería conocerles, era algo que me había propuesto cumplir a toda costa.

Por fin sonó el sonido de mi salvación, el timbre a pesar de su ruido estridente produjo en mi una sensación de paz y alivio. Recogí mis cosas y me dispuse a salir por la puerta, pero allí me esperaban dos chicas con los brazos cruzados, una era rubia, probablemente teñida y de piel morena, la otra pálida como la nieve y con el pelo castaño claro recogido en un moño en lo alto de su cabeza. Suspiré molesta pero no dije nada.

—Tú aún no te vas bonita —Dijo la de piel más blanca con una sonrisa— supongo que no sabes quien soy pero te informaré: soy Alba, y últimamente se han oído muchos rumores sobre ti. Quiero que te unas a mi banda.

Ladeé la cabeza, no sabía que hubiera ese tipo de chicas en el instituto pero se confundían de persona al hablar conmigo, yo no peleaba, no quería buscarme problemas para no tener que recordar un pasado oscuro. Negué con la cabeza para rechazar su oferta y me dispuse a pasar.

—No sé si me he explicado bien... no es una pregunta.

—No me importa lo que sea, te equivocas conmigo, no me gustan las peleas —respondí frunciendo el ceño.

—No mientas —gritó la otra con voz estridente—. Mataste a una chica; todos lo saben, si tienes valor para eso no dudaras en pegarle a alguien una buena paliza.

Gruñí por lo bajo y golpeé la pared sin poder contener ni un segundo más mi ira. Las dos chicas me miraron a la vez que atemorizadas por el repentino cambio.

—No hables sin conocer, idiota. No soy como pensáis y no quiero tener nada que ver con vosotras así que adiós.

Me fui lo más rápido que pude conteniendo mi ira esperando que no se hubieran ido ya, quería poder observarlos con más atención y descubrir porque aquel chico y aquella chica me llamaban tanto la atención. Salí fuera pero no vi a nadie en la puerta, todos excepto algún grupo de estudiantes rezagados ya se habían ido. Maldije a aquellas chicas por haberme distraído y me dirigí a casa con la cabeza gacha. Mientras caminaba oí una voz; una risa dulce y alegre. Alcé la vista y los vi allí, ella estaba riendo frente a él con un posado elegante y distinguido mientras sus dorados cabellos se balanceaban con la brisa. Él en cambio, se recostaba contra la pared con los brazos cruzados y una media sonrisa esbozada en su rostro. Me paré en seco sin saber que hacer hasta que la chica me vio y corrió hacía mi.

—Hola, te esperábamos Victoria —dijo con una amplia sonrisa.

—Lo siento, te equivocas, ese no es mi nombre —respondí confusa.

—Claro que lo es, aunque ya nadie te llame así, Lidia.

Fruncí el ceño sin saber si tomarla por loca o si me estaba tomando el pelo, miré al joven, él nos observaba de reojo y ahora estaba serio, casi parecía mirarme con odio. Volví a concentrarme en la chica sin darle mucha importancia a esa mirada y envidié todo de ella, hasta el momento ella no me parecía gran cosa pero todo en ella era perfecta, y aquel chico que tanto me llamaba la atención solo parecía sonreír con ella. Sus ojos azules, sus manos finas y blancas agarrando las mías y su sonrisa, tan cálida y amable... definitivamente no nos parecíamos en nada.

—Ven a mi casa, te lo contaré ya que veo que no recuerdas nada —Dicho esto tiró de mi hasta una enorme mansión que parecía tener una historia de muchos siglos atrás. El joven nos había seguido sin decir nada y evitaba mirarme.

—Yo soy Helena, aunque ahora todos me conocen como Isabela, sinceramente, me gusta más Helena, me recuerda a Helena de Troya, quien causo una guerra por su belleza.

Eso me confirmo su enorme narcisismo pero no le dí mucha importancia. Miré nuevamente al joven esperando que se presentara pero giró la cara bruscamente soltando un gruñido casi imperceptible.

—No te molestes —Dijo Isabela—, él no te hablará, sigue enfadado por lo que le hiciste hace 500 años. A él le puedes llamar Axel.

Abrí los ojos de par en par totalmente confusa. Estaban todos completamente locos y lo único que quería en ese momento era salir de allí e irme a casa lejos de esos chalados.

—Estáis los dos como una regadera, lo siento pero ninguno de nosotros estaba vivo hace tanto tiempo, me largo.

—Victoria, no te vayas, hemos estado todo este tiempo buscándote, he estado sola por 500 años pero cuando encontré a Axel supe que tú también estabas viva. Deja que te cuente, por favor, déjame ayudarte a recordar... —susurró Isabela cerca de mi oído acariciando mi cuello con delicadeza— Hace 500 años Helena se enamoró de un apuesto joven llamado Axel, un muchacho que vivía en el bosque con su padre. Él siempre la ignoraba pero ella logró captar su atención. Fue entonces cuando una niña perdida llamó a casa una noche de tormenta, la familia de Helena la acogió y la crió. Se llamaba Victoria. Aquella niña se convirtió en la mejor amiga de Helena y Axel siempre cuidaba de ella. Los dos la querían mucho. Pero una noche de tormenta Victoria se escapó de casa y se fue al bosque, Axel la fue a buscar pero ninguno de los dos regresaron jamás.

—Eso es solo lo que Helena recuerda, pero yo conservo memorias de mi antigua vida. Yo, morí por tu culpa, tú me mataste, me empujaste por el precipicio y saliste corriendo. Por suerte los lobos devoraron tu cuerpo en el bosque. Aun así yo aún no he tenido mi venganza.

Isabela se interpuso entre los dos exagerando una enorme tristeza. Se tiró al suelo fingiendo estar abatida y llamó a Axel para que la cogiera y la dejara en el sofá.

—Mi pequeña Victoria, por fin nos hemos reunido los tres... Mi cuerpo rebosa de alegría, oh, Axel, vuelves a ser mio, yo te he entregado a Victoria pero no quiero que la mates, ella es mi pequeña amiga.

No sabía que hacer, quería salir corriendo de allí, pero por alguna razón sabía que era verdad; no mentían. Las piernas dejaron de responderme y caí al suelo estrepitosamente. Lo último que pude oír fue algo así como "esta despertando, solo es el shock".

3 comentarios:

  1. OMG! Me ha encantado el primer capítulo!
    Sigue escribiendo, esta muy interesante.
    Ya soy FAN Nº 1 de la historia!! :D

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Hola cielo!! Llego tarde para ser la fan nº1 ¬¬ pero me quedo el puesto nº2 VALE? no vaya a q nadie me lo quite ahaha
    Me ENCANTO! escribes genial!! Espero poder leer el prox, avisame :)
    Un beso cielo!!!

    ResponderEliminar
  3. ¡Que nadie me robe el puesto de fan nº1!
    ¿Cómo? ¡Me he quedado a cuadros, me encanta! Sigue pronto :D
    Perdón por no haber comentado antes, estuve un poco ausente primero y de viaje luego. Sigue, sigue, sigueeee

    ResponderEliminar