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Hacía casi tres años que Victoria había llegado a la mansión Valden, Helena siempre estaba pendiente de ella, cada mañana la despertaba y desayunaban juntas, le ayudaba a vestirse con vestidos que ella misma cosía para su amiga a la que consideraba una hermana y jugaban juntas todo el día. Con suerte Axel venía a verlas y siempre saludaba a Victoria cogiéndola en brazos y dándole vueltas, ella reía feliz pero casi nunca hablaba. Los tres iban al bosque, y de vez en cuando, Victoria dejaba de recoger flores para espiar a Helena y Axel y los veía abrazados juntando sus labios, mientras imaginaba que era ella a quien Axel abrazaba y besaba, pero como cada día volvía a casa sabiendo que sus deseos jamás se cumplirían. Antes de acostarse, Helena peinaba el liso cabello de Victoria cantando una nana para que la chica fuera cogiendo el sueño.


Cuando Victoria cumplió los quince años se celebró una gran fiesta, todos iban con vestidos muy elegantes y aunque había mucha gente que no conocía no dejó de sonreír. Helena le dijo que bailara con todos los chicos atractivos que se lo pidieran que encontraría alguno con dinero suficiente que se enamoraría de ella, pero ella no dejó de pensar en Axel, quería que todos los brazos desconocidos que la rodeaban fueran los suyos y que todo lo demás desapareciera. Cuando la fiesta acabó Victoria salió corriendo hacia el bosque para enseñarle a Axel su precioso vestido y contarle todo lo que había pasado en la fiesta. Pero cuando le encontró estaba con Helena, siempre la prefería a ella que era más bonita y más inteligente. La joven se sentó bajo un árbol, lo suficientemente lejos para que no la vieran ni la oyeran llorar. Pero ella sí pudo escuchar lo que decían.


—Axel... quiero que me hagas tuya, lo he decidido.


—Pero tu padre nos matará a ambos —protestó él retirándose unos centímetros.


Helena bajó la mirada y acarició la hierba con los dedos. tenía el vestido medio desabrochado y el moño deshecho y sabía lo que quería. Agarró a Axel por el cuello de la camisa y lo besó repitiente al oído las mismas palabras. El joven se retiró y se puso en pie negando con la cabeza.


—Vete a casa Helena, has bebido demasiado vino.


La joven se puso en pie molesta y humillada y se fue corriendo. Axel se sentó sobre la hierba y escuchó un lamento, pensó que era Helena y fue a ver, la sorpresa fue ver a Victoria allí. Se arrodilló frente a ella acariciándole el rostro.


—¿Qué te ocurre, pequeña? —susurró.


—Solo te fijas en Helena, yo también quiero ser tuya.


Axel sonrió, sabía que Victoria no entendía las palabras de Helena como él, en su casa se habían encargado de que no conociera el amor, para ella el amor era seducir a los hombres con dinero para casarse con un buen partido pero sin quererlo esa seducción había funcionado con Axel también.


—¿Quieres ser mía? ¿Quieres que deje de fijarme en Helena?


Victoria asintió y casi instantáneamente Axel la besó enredando sus dedos por el pelo de la joven y sin que esta apenas se diera cuenta le desabrochó el vestido y se lo quitó. Ella lo abrazó confusa y Axel le correspondió tratando de controlar sus instintos.


—Mi pequeña, te haría daño si lo hiciera, además no querrás que Helena se enfade con nosotros ¿verdad?


—No, pero no me daré por vencida, seguiré viniendo día tras día para que me hagas tuya.

Continuará...

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